jueves, 11 de agosto de 2016

Números



Prof. Maximino Rosado Soto
Lectura tomada de Paenza, Adrián    Matemática para todos - 1a ed. - Buenos Aires : Sudamericana, 2012.        ISBN 978-950-07-4039-5

Núm3ros

       El 23 de enero del año 2005, hizo su debut televisivo en los Estados Unidos, en horario central, una serie que pocos sospecharon que tendría tanto éxito: NUMB3RS. Si bien aparecían todos los ingredientes que suelen atrapar a las grandes audiencias (crímenes, persecuciones policiales, incógnitas a develar, dramas pasionales, distintos niveles de corrupción y una larga lista de etcéteras), aparecía una componente totalmente inesperada: uno de los héroes era un matemático, Charles Eppes (1). Pero Charles no estaba solo. En la ficción, era el hermano menor de Don, un agente de la FBI a quien ayudaba usando la matemática para descubrir, identificar y atrapar a los criminales. La serie culminó el 12 de marzo de 2010 y representó la primera aparición de un matemático en un lugar tan protagónico dentro de la televisión norteamericana, con la obvia incidencia que tiene en todo el mundo (occidental al menos). Los capítulos exhibieron la potencialidad de distintas herramientas que provee la matemática para entender los patrones que aparecen en la vida real y, por otro lado, pusieron de manifiesto la potencia extraordinaria que permite su uso.

1.       David Krumholtz en la vida real. La serie fue creada por el matrimonio Cheryl Heuton y Nicolas Falacci, y producida por los hermanos Ridley y Tony Scott.

       Lo que quiero hacer aquí es extraer un segmento de uno de los episodios (2) y proponerle a usted que haga de “detective” y luego analicemos juntos si sus conjeturas son válidas o son vulnerables. Acá va. En una pequeña ciudad hay dos compañías de taxi que prestan servicio: los Amarillos y los Negros. Como la población no es muy importante, el número de vehículos tampoco lo es: los amarillos son 15 y los negros, 75. A los efectos del planteo del problema (que por supuesto involucra condiciones que uno considera “ideales”), podemos suponer que los 90 taxis estaban circulando en el momento en el que se produce el accidente que paso a relatar. Un testigo ve el accidente y dice que un taxi amarillo fue el culpable. Ante un requerimiento de la policía, el testigo se somete a distintos tests para detectar cuán confi able es su visión, teniendo en cuenta las condiciones que rodearon el episodio (de noche, con poca visibilidad, con una garúa pertinaz), y cuando se le presentaron aleatoriamente taxis amarillos y negros, demostró que los pudo identifi car correctamente 4 de 5 veces. O sea, en sólo una de cinco veces confundía uno amarillo con uno negro y viceversa. Ahora, le pregunto: “Si usted estuviera investigando el caso, y tuviera los datos que fi guran más arriba, ¿de qué color cree que era el taxi culpable?”.

2.         Extraído del libro ''Numbers Behind the Numb3rs'' (Números detrás de los Núm3ros), publicado en el año 2007 por la Editorial Plume, y cuyos autores son Kevin Devlin (uno de los gurúes de la divulgación de la matemática en el mundo) y Gary Lorden, profesor en Cal-Tech en Pasadena, California, quien fue el jefe de los consultores sobre temas matemáticos que tuvo la serie.

      Como siempre, la/lo invito a que se detenga un rato, lea el planteo del problema y, sin apuro, piense qué le parece que es lo más probable que haya pasado: ¿fue amarillo o negro el taxi involucrado en el accidente? Ahora sigo yo. La tentación es contestar: “Vea, si el testigo acertó en cuatro de cinco veces (el 80%) el color del taxi, y como dijo que él vio un taxi amarillo, entonces, es un 80% probable que el taxi FUERA de color amarillo. ¡Qué duda cabe!”. Bueno, caben muchas dudas. Y ahora le pido que me acompañe en este razonamiento. Analicemos juntos las distintas posibilidades. Es decir, voy a escribir todos los casos posibles (que en total son cuatro):

1)       que el taxi fuera amarillo y que el testigo lo distinguiera correctamente,

2)       que el taxi fuera amarillo y que el testigo se equivocara y dijera negro,

3)       que el taxi fuera negro y que el testigo lo distinguiera correctamente, o

4)       que el taxi fuera negro y que el testigo se equivocara y dijera amarillo.

En el caso (1), como hay 15 taxis amarillos y el testigo distingue correctamente el 80% de los vehículos, eso quiere decir que acertaría en 12 casos (ya que el 80% de 15 es 12).

En el caso (2), el testigo se equivocaría diciendo negro cuando es amarillo en el 20% de las 15 veces que los viera, o sea, 3 veces.

En el caso (3), como hay 75 taxis negros y el testigo distingue correctamente el 80% de los vehículos, acertaría el 80% de 75 que es 60.

Y en el último caso, el (4), el testigo se equivocaría en el 20% de los 75, es decir, en 15 oportunidades, y diría que lo que vio es un taxi amarillo cuando en realidad es negro. Resumo todo ahora.

Taxi Color
 
Número total
 
Acierta
 
Se equivoca
Amarillo
15
12
3
Negro
75
60
15

 

Es decir, el testigo diría amarillo en 27 oportunidades: 12 serían correctas, y 15 incorrectas. Luego, la probabilidad de que haya descripto la verdad cuando dijo que el taxi era amarillo se calcula dividiendo 12 por 27 (3). Y ahora, fíjese entonces que  12 / 27 = 0.44…

     O sea, que el testigo ¡describe la realidad en un poco más del 44% de las veces! Es más probable que el taxi sea negro que amarillo28. Y a eso quería llegar. La tentación inicial era decir que, de acuerdo con los datos, el taxi tenía un 80% de posibilidades de ser amarillo, pero cuando uno estudia el caso en forma global, incluyendo toda la información que tiene, descubre que la conclusión inicial es equivocada.

3.         Es que el señor dice en total “amarillo” 27 veces, pero de esas 27 solamente 12 son correctas. Por eso, la probabilidad de que sea amarillo se calcula dividiendo esos dos números: 12 / 27 = (aprox.) 0,44444… O sea, las posibilidades de que sea amarillo superan el 44,44%. 28.  O sea, el 56% restante.

     Le propongo que lo piense así: si el testigo sólo hubiera tenido que atestiguar si en el accidente hubo involucrado un taxi, independientemente del color, entonces ¿qué cree que hubiera dicho? Teniendo en cuenta que circulando hay 90 taxis de los cuales 75 son negros, y que de acuerdo con los tests de “confiabilidad” esta persona acierta en un 80% de los casos, lo más probable es que su conclusión hubiera sido que el taxi era de color negro. Por lo tanto, antes de que tenga que defi nir color, las chances de que fuera amarillo eran muy bajas: 15 sobre 90, o sea un poco más del 16,6%. No obstante, ni bien es invitado a definir el color, cuando dice haber visto un taxi amarillo, la probabilidad de que sea amarillo aumenta, por supuesto, pero no tanto como para superar el 50% y transformar en más probable el color amarillo sobre el negro. Una vez más, la matemática sirve de ayuda esencial para esclarecer una situación que, de otra forma, terminaría incriminando a un inocente. Cada vez me parece más imperioso empezar a enseñar el estudio de probabilidades y estadística en los estamentos iniciales de las escuelas. Quizás en otra época no era tan necesario (y no estoy tan seguro), pero abordar temas de matemática combinatoria y su consecuente aplicación a la vida cotidiana empieza a transformarse en algo cada vez más imprescindible para la educación de una persona.

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